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La electromovilidad ya no es el futuro, es el presente de México

De manera recurrente surge el cuestionamiento sobre el beneficio ambiental de electrificar el transporte cuando la generación de electricidad incluye fuentes no renovables. Aun cuando, contrario a nuestro anhelo, la electricidad del país todavía no proviene mayoritariamente de fuentes renovables, debemos ver a la electrificación como un proceso y no como una fotografía estática.

En la actualidad, es necesario hablar de la electrificación del transporte público, de carga y de vehículos particulares, dada la premura de transitar a un uso más limpio de la energía, principalmente por la urgencia de tratar de eliminar el uso de combustibles fósiles y así reducir las emisiones de CO2 para cumplir con las metas en la mitigación del cambio climático.

En México, el transporte genera 25.1% de las emisiones de gases de efecto invernadero y es responsable del consumo final del 45% de la energía en el país. Lo anterior causa una preocupación debido a que estos porcentajes impactan en gran medida y se reflejan en contingencias ambientales, así como enfermedades respiratorias entre la población. Para revertir esta situación es necesario generar políticas públicas en materia de energía y movilidad bajo una visión conjunta.

En el caso de nuestro país, el tránsito a la electromovilidad puede contribuir a reducir la huella de carbono del transporte hasta en un 50%. Este resultado es posible gracias a la alta eficiencia energética de los vehículos eléctricos en comparación con los de combustión interna, lo cual podría ser aún más notorio en ciclos urbanos de frecuente parada y arranque, donde los segundos nunca alcanzan su mejor nivel de eficiencia. 

Lo anterior se explica a partir del carbono que emite el combustible utilizado. Por ejemplo, por cada litro de diésel se generan 2.7 kg de CO2, mientras que por cada litro de gasolina se originan 2.3 kg de CO2 en un vehículo de combustión interna. Por otro lado, en el caso de los eléctricos, su impacto en carbono está dado por la mezcla de fuentes eléctricas, que en el caso de México es 60% gas natural, 25% fuentes limpias y 15% petróleo y carbón, dando como resultado en un vehículo eléctrico la generación de 0.5 kg de CO2, asumiendo el suministro estándar de la CFE. 

Con las reglas del mercado actual, ya es posible adquirir energía renovable de la red para garantizar “carbono cero” en proyectos de movilidad específicos. Adicionalmente, la Ley de Transición Energética establece una meta de participación de fuentes limpias de 35% para 2024, lo cual contribuirá a recortar aún más la huella de carbono en el futuro.

A partir de esta información podemos concluir que la electrificación del transporte permitirá aprovechar la introducción progresiva de fuentes de energía renovables, dando como resultado un creciente beneficio climático a través del tiempo. En otras palabras, el reemplazo progresivo de las fuentes fósiles por fuentes limpias mejorará cada vez más el desempeño ambiental de los vehículos eléctricos y del sector transporte. 

Todos estos elementos llevan a que, tanto al sector público como al privado, incorporen la electromovilidad en sus operaciones de flota. Actualmente, empresas innovadoras como MOBILITY ADO, Grupo Bimbo, Grupo Modelo y recientemente VEMO, han emprendido este camino. Un claro ejemplo es el recién lanzamiento del Metrobús eléctrico que es la primera flota de autobuses articulados eléctricos que operan en un sistema BRT (Bus Rapid Transit) de América Latina.

Yesica Flores

Soy Yes, blogger desde hace más de 5 años. Me he especializado en el viejo y olvidado arte de divagar. Contacto [email protected]

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