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Cadenas de Suministro: clave en la baja de precios de los alimentos

Actualmente, el panorama económico de México es incierto: en específico, el que tiene que ver con su inflación. A pesar de que el país entró a la “Nueva Normalidad”, en la que se habla ya de una recuperación después del paro productivo iniciado en marzo, el camino hacia una mejora real de los indicadores se ve aún lejano. 

Apenas en junio pasado, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el índice de precios al consumidor a tasa anual alcanzó un 3.33%, mientras que en mayo se había ubicado en 2.84%. Esto significó un aumento del 0.55% en el valor de los artículos: el mayor en lo que va del año, influido por el incremento en el costo de la gasolina, el gas y algunos alimentos. 

A propósito de éstos últimos, luego de reconocer que los índices de inflación del país iban a contracorriente del comportamiento en otras naciones del mundo, la Junta de Gobierno del Banco de México señaló que esta tendencia se acentuaba “por el aumento de precios en mercancías alimentarias y sus probables problemas de suministro”.

¿Qué significa esto? En un sentido estricto, ilustra una parte de los estragos económicos que provocó la pandemia, al dejar carentes o insuficientes las cadenas de producción y comercialización por varias semanas; además de los picos y desborde de la demanda ocasionada por las compras de pánico; pero también, representa el enorme reto que hay para re activarlas -con urgencia- a fin de que ayuden a aligerar el problema inflacionario en México.

Principal productor y exportador de alimentos

Para presentar la relación del alza de precios de los artículos comestibles y las cadenas de suministro, vale la pena no solo revisar los rubros en los que el país destaca como una de las principales naciones productoras de alimentos; sino también, cómo la pandemia afectó tanto de forma positiva como negativa las expectativas de mercado de cada uno de estos rubros.:

  • Muchas de las cosechas de maíz, trigo y arroz se iniciaron incluso antes de la contingencia sanitaria. Una gran parte de los procesos de producción y distribución en este sector son automatizados, lo que no implica grandes concentraciones de trabajadores para su recolección, preparación y comercialización.

Aquí se perfila una mayor modernización en procesos que impliquen Inteligencia Artificial (IA) para anticipar escenarios de siembra y cosecha; garantizando su abasto para los próximos meses y evitando así, especulaciones del mercado.

  • El rubro pesquero, ganadero y pecuario tienen una relación más apegada con la mano de obra. Aquí, la prevención del contagio en trabajadores especializados puede seguir limitando la capacidad de elaboración de productos derivados de este grupo.

Al igual que en la clasificación anterior, la IA juega un papel fundamental. Por ejemplo, este recurso permitiría una visión de la tendencia de la demanda del mercado, ubicando así la producción y los turnos laborales donde y cuando mejor se requiera.

  • Los alimentos perecederos. Al no estar habilitadas todas las líneas de transporte para su distribución, han empezado su proceso de descomposición, aumentando el margen de pérdidas y desperdicio.

Además de poder anticipar escenarios y saber qué territorios demandan una mayor cantidad de estos productos, la tecnología de IA haría viable un mejor control de los tipos de pedido, los tiempos, las cantidades, las ubicaciones y los modos de transporte. Todos factores que reducirían su tiempo de entrega.  

A todo esto, habría que agregarse la baja demanda, acentuada por el cierre obligado de restaurantes y hoteles, debido a las regulaciones sanitarias. Éstos establecimientos, normalmente, consumen gran parte de la producción de este rubro. Factor que ha llevado a provocar un disminución en la operación del eslabón de venta en la cadena.

No hay que olvidar la entrega puntual de la mercancía. La digitalización de este eslabón de la cadena haría posible una optimización en las rutas de entrega, lo que representaría un beneficio tangible en ahorro de costos y tiempo. A su vez, por supuesto, reduciría la merma de la producción.   

También son relevantes los artículos comestibles que México lleva fuera de sus fronteras. En cerveza, tomate, chiles, aguacate y tequila, el país es el principal exportador en todo el mundo. Al bajar la capacidad de producción y la demanda de éstos a nivel internacional, los índices de exportación disminuyeron significativamente.

De acuerdo con datos del INEGI durante junio, el valor de las exportaciones sumó 31 mil 677 millones de dólares, lo que representó un aumento de 75.6%, respecto al mes anterior. Esto derivado de la reciente reapertura comercial de Estados Unidos. 

En todo caso, de persistir la pandemia, es muy probable que se acentúen los desafíos logísticos en la cosecha y el transporte. También, podrían intensificarse las restricciones a las exportaciones de México en otros países, lo que propiciaría a que continúen las variaciones de costos en el mercado nacional.

Por todo esto es que, al referir la “Nueva Normalidad”, las cadenas de suministro especializadas en este rubro deben identificar este periodo como el ideal para iniciar su camino y en algunos casos lograr la madurez en digitalización, a través de inversión en nueva tecnología.

Con eslabones de producción, distribución y entrega mejor optimizados y modernos, el sector de alimentos podría reducir -en un mediano plazo- sus costos operativos; lo que trascendería en un alivio de los precios al consumidor final. Alimentar esa posibilidad es, sin duda, tarea de todos.

Por: Rafael Vásquez, Vicepresidente Regional en LLamasoft.

Yesica Flores

Soy Yes, blogger desde hace más de 5 años. Me he especializado en el viejo y olvidado arte de divagar. Contacto [email protected]

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